Los campos verdes y llenos de racimos nos indica que estamos en plena vendimia. Manilva se viste de tradición, pero también de trabajo, para recibir su fruto, una de las mejores uvas del mundo.
Imágenes de hombres cortando uva bajo el tórrido sol de agosto se hacen familiares en esta época. Hombres fuertes, formados en estas lides por años de tradición al frente de sus viñedos, pero siempre con una sonrisa para todo aquel que se acerca a preguntarles.
Te dirán que el trabajo es duro, pero que merece la pena seguir con lo que iniciaron sus ancestros, con nuestras tradiciones, las de nuestra tierra, tierra labrada con el sudor de su frente.
Este año la cosecha no ha sido la que querrían, menos kilos que otros años, pero se muestran felices al ver que la uva es de una excelente calidad. A nosotros se nos queda en la retina la imagen de esos racimos aún en la cepa.
Este año nos hemos ido a la zona del Tranche, para hablar con Ignacio Becerra, quien empezó a trabajar la viña de mano de su padre, cuando aún era un niño. El amor por la vid lo lleva en la sangre y aunque el trabajo puede ser duro y constante, se muestra orgulloso de lo que hace.
Aprovechando la visita a esta viña, hemos hablado con el concejal de agricultura del Ayuntamiento de Manilva, Francisco Becerra, conocedor también de este mundo. Con el hemos departido sobre las diferentes ayudas a las que se pueden acoger los agricultores manilveños y también por donde pasa el futuro de nuestra vid.